GR-11_Aventuras en Pirineos

¡¡FELICIDADES MARIO!!

Nos hemos levantado a eso de las 8. Entre que hemos recogido, hemos desayunado y nos hemos despedido de Raúl y Herminia nos han dado las 9:30. Nos han acercado al punto de partido en coche, cerca de la edificación que el día anterior habíamos encontrada cerrada. Todas las cosas se han metido en el coche de Isabel ya que era el único que iba a continuar con nosotros como apoyo.
Hemos empezado la ruta desde la pista por la que varios coches nos han adelantado, nuestra etapa iba a ser bastante frecuentada. La primera subida es fuerte, tenemos que salvar un desnivel entre dos valles (Guarrinza-Aguas Tuertas). La subida cuesta un poco, se nota que ya se va acumulando cansancio en los músculos. Al final de la subida se llega al refugio, donde la pasada noche durmieron nuestros compañeros de ruta (catalanes-inglés). A nuestro pies el valle de Guarrinza y ante nosotros el de Aguas Tuertas. Un valle precioso, todo verde, con caballos y vacas pastando, por el medio discurre el arroyo de su mismo nombre, muy tortuoso. El camino que seguimos va por su parte derecha si miramos de aguas abajo hacia arriba. El aire corre más frío y con más velocidad que de donde venimos. A lo lejos enfrente nuestra se pueden ver unos neveros que aún perduran. El camino zigzaguea al mismo nivel que el río hasta llegar a una zona de pendiente para coger altura. Decidimos comer un poco en una zona que pensamos sería buena, pero una vaca da una señal de alarma a sus compañeras mugiendo y la cosa se pone fea. Todas se disponen a ir a su encuentro, al nuestro, pensamos que sería mejor cambiar de lugar por si a alguna le da por embestirnos. Después de comer algo en sitio seguro continuamos ruta. El móvil de Alberto se encuentra operativo. Es curioso, casi es el único que ha tenido cobertura en estos días, creo que su compañía es Yoigo (por si alguno está interesado).
La subida ahora se hace más empinada, nos cruzamos con unos excursionistas de los cuales uno nos dice "Hoy el reloj ha sonado más tarde, eh?". La verdad es que nos hemos puesto en marcha demasiado tarde para lo que nos esperaba.
Por fin llegamos al Ibón de Estany, impresionante, precioso. Nos paramos a observarlo y a continuación proseguimos marcha.
El camino va rodeándolo en su parte sur serpenteando ya que existe gran pendiente. Cuando llegamos al mismo nivel que el lago decidimos parar para hacer la comida y la rigurosa siestecita, el tiempo nos está acompañando, aunque no hace excesivo calor como para darse un baño en sus azules aguas.
Nos dan las 4 de la tarde. A lo lejos pastan ovejas y caballos. Tenemos que hacer una pequeña subida cogiendo altura de nuevo. Nos encontramos con un gran rebaño de ovejas, vacas y caballos que con sus cencerros forman una coral de tintineos.
El camino empieza a descender suavemente, nos encontramos en el camino a excursionistas galos, la frontera no está lejos. Torcemos bruscamente hacia el sur para ir descendiendo y poder rebasar el valle que tenemos en frente. A lo lejos ya se divisa Candanchú. Alberto llamó por teléfono a Mario para felicitarle, le cantamos el cumpleaños feliz a unos 1.600 metros de altitud. Mañana es el cumpleaños de Alberto. ¡Vaya primos!
Seguimos bajando hasta encontrarnos a Isabel que había hecho el camino inverso saliendo desde Candanchú. Bajamos casi en curva de nivel hasta un hayedo, a nuestra derecha se elevan paredes de roca. el camino zigzaguea entre las hayas hasta llegar a una zona peligrosa, ya que el terreno está suelto, con piedra y con gran pendiente. Ya hemos entrado en Francia.
El camino se nos hace eterno, desde que vimos por primera vez Candanchú han pasado ya casi horas. Llevamos 6-7 horas de camino a nuestras espaldas.
Seguimos andando, ya las fuerzas no dan para mucho. Seguimos bajando-subiendo por ladera para llegar al otro lado del valle que se extiende bajo nosotros. Empezamos a subir de nuevo para rebasar el último tramo. Hacemos continuas paradas, el cansancio se apodera de mi. En una de esas paradas comemos frambuesas riquísimas que encuentra Josema, parece que recuperamos alguna fuerza. Ines y yo nos quedamos un poco rezagados, estamos casi igual de cansados. El día empieza a palidecer. Por fin llegamos a los primeros indicios de la estación invernal de Candanchú, se ven algunas pistas. Por fin llegamos. Una furia se apodera de mi, salgo corriendo hasta llegar al aparcamiento de la estación. FIN DE ESTA RUTA
Hemos dedicado 9 horas en esta jornada. Estoy extenuado
Bajamos a la zona más poblada y nos dirigimos al Albergue en el que pasaríamos nuestra última noche.